LA VERACIDAD DE THURDMON CAPOTE, AKA Carlos Fajardo

Thurdmon Capote

La veracidad de Thurdmon Capote

La afamada periodista Daisy Flores, redacta esta noticia para Último Minuto. Daisy se presenta en la pantalla, directamente frente a la cámara.

-Daisy Flores: “Esta tarde, en el tribunal del Museo de las Américas del Recinto Universitario de Yagüecas del Sur, se llevó a cabo la investigación sobre la veracidad del escritor de orígen puertorriqueño, el señor Thurdmon Capote. Quien dirigió el cuestionario del Pliego Interrogatorio lo fue el Dr. José ‘Joe’ Quinqué, Catedrático Plus-Ultra y doctor en filosofía. Quienes fungieron como miembros del Gremio Judicial para dictar sentencia sobre el enjuiciado, lo fueron: el Dr. Ulolo ‘Gogo’ McSamus, doctor en Humanidades y Estudios Indescifrables, la Dra. Rocío Guerrera, con doctorado en Historia y Pasarela del Arte. Le sigue el Dr. Pepito ‘Chopán’ Laureles, Maestro del Tercermundismo Folclorista. También tenemos a la Dra. Ruletta de Rottela, quien dicta los cursos de Estilos Alternativos e Intrapolares, y por último, la Dra. Gromelita Consuelo de la Caridad Celeste Cienfuegos de Villareal y Monfa, quien es Catedrática en Poesía Genérica y Presidenta Interina del CAED (Club Anacóndico de Esnifeadoras a Domicilio). El Licenciado Feliz González representó al señor Capote. La sala estaba atestada de público, tanto así que muchos se sentaban en los pasillos.

Veamos los acontecimientos según más o menos acontecieron.

El acusado entró en su silla de ruedas acostumbrada y era dirigido al frente del estrado por su enfermera y secretaria personal, la Srta. Estigma Román. Plegado al costado de la silla estaba adherido un tanque de oxígeno con su máscara, que de cuando en vez, el acusado, Thurdmon Capote, se ponía sobre su rostro y aspiraba profundamente, haciendo un opaco sonido que nos hizo recordar las profundas inhalaciones y exhalaciones de Darth Vader, en la película la Guerra de las Galáxeas. El Licenciado Gonzáles se sentó al lado derecho del acusado. Un ayudante del Licenciado llevó unas treinta cajas (con las presumibles pruebas de la defenza) en una dolly, las cuales posicionó a la diestra del Licenciado.

A continuación entraron, uno detrás del otro, los miembros del Gremio Judicial, en orden alfabético. Estos fueron: el Dr, Quinqué, la Dra. Rottela, el Dr. Laureles, la Dra. Guerrera y la Dra. Ceinfuegos de Villareal y Monfa. El Dr. McSamus todavía se encontraba en el baño. Cada uno llevaba consigo una carpeta (con las presumibles pruebas fiscales), en cuya portada llevaban inscritas las letras F, B, I. De acuerdo a mi investigación, las letras sostenían el nombre de Frente para la Bioxia Intelectual.

Estruendos que procedían desde los baños del sótano del recinto se oían en ininterminables ecos a manera de falsetos y rombos. Las luces de la sala, a manera de dos focos posicionados a ambos extremos de la mesa judicial, se enfocaban directamente al enjuiciado, quien con su guanteada mano cubría sus ojos. El Lic. Gonzáles hizo rápida advertencia de ello, afirmando que esos focos cegaban a su cliente y que no estábamos en la Nicaragua de Somoza para cuestionarlo de tal manera. Los focos se apagaron y se prendieron a media luz los dimmers de la sala.

El Jurado Gremial tomó sus asientos. El señor Capote permanecía estático en su silla y justamente al frente del estrado. La enfermera y secretaria, la Srta. Estigma Román, a su lado. El Licenciado Feliz Gonzáles sentado y acomodando su corbata, sacaba carpetas y carpetas desde las cajas, las cuales coparon la mesa de la defenza. El Dr. Quinqué tomó la palabra acercándose al micrófono.

-Dr. Quinqué: “Buenas tardes miembros del Gremio. Buenas tardes a la defenza. Buenas tardes a todo los presentes. Hoy estamos pasando revista sobre la verificación verídica de la existencia del señor Thurdmon Capote como colaborador de la revista el Alambique y autor de cuentos cortos y poesías ensimismadas, publicados todos en secciónes y sites culturales en el internet y en tantas librerías sobre textos de auto-ayuda personal y de orden científico, esparcidas y regadas por todo el país. Y de paso, es muy provechoso que a-provecho la ocasión para expeditar la idea de que sólo aceptaremos, como pruebas vehacientes, los textos escritos y no así tomaremos como evidencia existencial y presencial el cuerpo físico y material aquí presente en esa (el Dr. Quinqué señaló directamente al Sr. Capote), silla de ruedas. Procedamos pues, al interrogatorio. Y seré yo el que haga la primera pregunta. (Abriendo su carpeta y mirando la lista de nombres).

-Dr. Quinqué: “¿Srta. Román, es usted casada?”

-Srta. Román: Miró hacia el Lic. Gonzáles y éste acentó con la cabeza. “No.”

-Dr. Quinqué: “¿Y usted sale?”

-Srta. Román: “¿Hacia dónde?”

-Dr. Quinqué: “Quiero decir… Me refiero, a que si la invito a darnos cuatro palos y comernos unas morcillas en la Farmacia…”.

-Lic. Gonzáles: “Pero pregunto, ¿qué tiene esto que ver con el caso que nos compete?”

El señor Capote hizo un gesto con la mano derecha y la Srta. Román contestó.

-Srta. Román: “No importa. Gracias pero no puedo, porque las morcillas me dan asco y el ron me da dolor de cabeza.”

-Dr. Quinqué: “Ok. Retiro la pregunta, pero reitero la invitación.”

Se vuelve a oir un alarido desde el sótano y un hombre gritando ¡¡AAAAAAAAA, Hí!! Nadie hace caso o se hacen los mensos. El Dr. McSamus todavía no ha subido al estrado. La Dra. Guerrera le arrebata el micrófono al Dr. Quinqué, y dice en alta voz y acento peculiar, a la vez que se soba la cabeza y se acaricia el pelo:

-Dra. Guerrera: “¡Joder! ¡Dejémonoz de jilipollezez y vamoz al grano, que tengo que ir al Mall antez que zierren, a comprarme unaz tacaz! Señor Capote, zi uzted dize que exizte, entonzes díganoz, ¿quién ez

Carloz Faj-rrardo?”

-Sr. Capote: “Es un personaje ficticio, que yo inventé, para una novela que, todavía está en, proceso.”

-Dra. Guerrera: “¿Ah, zí? ¿Entonzez quién ez… Johnny La…,La…,La…”

-Sr. Capote: “¿…Lafontain?”

-Dra. Guerrera: “Ajá, eze mismo ¿Quién ez Johnny La…, La… – fontain?”

-Sr. Capote: “Es, un personaje real. Fue íntimo amigo de mi, tío.”

-Dra. Guerrera: “Entiendo, pero déjeme dezirle que ezo lo tenemoz que eztudiar mejor. Nezezitamos más tiempo porque ahora mizmo tengo un lío, un lío, un lío en mi cabeza con todo ezte papeleo que, que no entiendo zi…”

-Sr. Capote: “…Eso, eso se puede arrglar si, quizás, se lave la cabeza. Pudieran ser piojos.”

-Dra. Guerrera: Haciendo unas muecas sicofantes, dijo:

“Zí. Graziaz por el conzejo. Pero todavía hay cozaz que…”

La Dra. Rottela le arrancó el micrófono de la mano a la Dra. Guerrera y en entredientes le dijo que ya se le había acabado el tiempo.

-Dra. Rottela: “Now its my turn! Le pregunto Senol Capore, si es usted un misogenic, machista, thirdworldista, how you say? ¿Macodecapo?”

-Lic. Gonzáles: “¿Puedo preguntar a qué viene todo esto? ¿Y de paso, qué es eso de ‘macodecapo’? ¿Se refiere usted a que mi cliente es un… capo, un mafioso?

-Dra. Rottela: “No, es que mi espanol es californiano y es por eso que usted no ve la tilda sobre la ‘n’, o la ‘n’ sobre la tilda, porque aquí hay que ser ‘democrata’ y si una cosa está encima de la otra pues, de la misma forma la otra puede estar encima de y sobre donde la otra antes estaba encima de antemano, de la otra cosa. No sé si me pueden entender…

-Lic. Gonzáles: “Es más fácil si dice que no sábe explicarse.”

-Dra. Rottela: “¡Oh sí, yo me puedo explicar! ¡Son ustedes los hombres, que no me saberme entender!

Ahí, vuelve el Sr. Capote y levanta la mano derecha y dice, luego de aspirar oxígeno desde la careta que la enfermera/secretaria Román, muy delicadamente le posiciona a la cara:

-Sr. Capote: “Juiiiiiiiish, josh, juiiiiiiiiiiiish, josh. Bueno. Gracias. Si a lo que usted se refiere, con eso de ‘macodecapo’ es, a, ‘macho de campo’, pues sí, lo soy. Cada ser es producto de su, cultura. La cuestión es si el artista trasciende su propia cultura y vanalidad para así, una vez se, quite ese ropaje y lo coloque en un gancho de, ropa, lo pueda ver y analizar desde lejos, para de tal manera, sacar desde ese ángulo, elementos nuevos que lo, ayuden a crear. Y esto, usted lo sabe porque es investigadora y, poeta, soooooooooo… Ahora… lo de misógeno, machista y tercermundista, pues sí, va todo por el mismo camino. Deben entender, estimados miembros del Sanedrín Gremial, que todo esto, está mezclao, en el osteraicer de la, vida como para de ahí desembuchar la más portentosa y, rica batida de, guanábana, fresas, ajonjolí y tamarindo.” Y observando su reloj, dijo: “Y ahora me perdonan que es, momento de mi, enema.”

En ese intermendio el Sr. Capote fue ayudado por su enfermera/secretaria y por el Lic.Gonzáles y colocaron al escritor de espaldas, arrodillado sobre la misma silla de ruedas, le bajaron los pantalones y los calzoncillos y chupulún, le entraron un balín de Hemorrín que se fue como ‘guineo en boca ‘e vieja’. Luego de esto, lo sentaron de vuelta como de costumbre. Los miembors del Sanedrín se quedaron impávidos y la única que se atrevió a opinar algo fue la misma Dra. Rottela, que con una sonrisita algo sarcástica, dijo:

-Dra. Rottela: “¿Entonces uté también predica la sodo …”.

Pero antes de que ésta termimara la palabra, el Sr.Capote la interrumpe y exclama:

-Sr. Capote: “¡No, no se trata de, algún placer, anal! Se trata de, razones, medicinales. Se me salen las berinjas de tan sólo, tirarme un, peo. Excúsenme.”

Luego de esto, se vulve a oír, por tercera o cuarta vez y desde el sótano, gritos de espanto y alguien (cuya voz era irreconocible), decía, “¡Ahí na’má’, ahí na’má’, UUUUUUUUUUUUUUUUUUUUy!”

Pero otra vez, nadie hizo caso.

-Dra. Rottela: “… entonces todo, como dice uté, va ligao. Entonces, aunque uté no existe, representa uté lo intintos más malo, cruele, aprovechao, demedido, intelpolare, cocupiscente, how you say?, primitibo, detemplao, chapalolote, chapopote, chacololo, chumbolele, que se pueden vel escritos como… literatura creatiba? En otras palabras, no cree uté en el bisexualismo de la Madre Gea?

-Sr. Capote: “No, no creo que el Hombre, como especie animal, tenga una, naturaleza, propia. El caso de la literatura se puede aboradar indirectamente. Si uno desea decir algo, lo debe decir sin señalarlo de cerca. Sólo así, es mi parecer, el lector, se puede percatar de lo que, está detrás del asunto sin yo decírcelo. El lector debe descifrar el, asunto del cuento, debe sentir la emoción emitida, en la poesía, sin que el escribiente lo diga de golpe. Creo que es ahí donde reside algo de la creatividad del escritor, en usar la metáfora en ideas parafraseadas, como un testamento críptico. De todas formas, esa falta de naturaleza humana, nos deja a nosotros, nos brinda a los que hacemos arte, un inmenso espacio, un universo infinito de, posibilidades. El bisexualismo pues, el bisexualismo de, lo que usted menciona como, Madre Gea es sólo, eso, una apreciación, o interpretación más de, la vida, misma.”

-Dra. Rottela: “¡Pues claro! Pero uté ha tomao un sólo punto de partida, un angle, how you say?, ¿ángulo particular? ¿Y lo demá, ‘onde queda?”

-Sr. Capote: “Ahí precisamente está el mehoyo de la, cuestión. Ese ángulo que usted dice, está, relacionado a lo que, conocemos como, ‘estilo’. De otra forma, sin esa plétora de posibilidades, que nos brinda la, ‘no-naturaleza humana’, no seríamos capaces de, crear. El campo está, abierto.”

-Dra.Altieri: “¿Pero… y si uté no existe?”

-Sr.Capote: “Pues existo… en mis escritos y, en mi, cuerpo mismo.”

Y diciendo ésto, la enfermera/secretaria vuelve a colocarle la máscara de oxígeno al escritor y luego de varias inhalaciones, éste saca de su chaqueta un cigarrillo Weston y la enfermera se lo enciende con un lighter Zappos. La Dra. Cienfuegos de Villareal comienza a destornudar poniéndose una servilleta de tela tapándose la naríz. El Dr.Quinqué interrumpe:

-Dr.Quinqué: “¡Con el permiso Sr. Capote, aquí se porhibe fumar!”

Pero el Lic.Gonzáles le sale al paso:

-Lic.Gonzáles: “Bueno, perdonen, pero en ese cartelito no dice qué es lo que no se debe o puede fumar, porque como ustedes saben, hoy en día se fuman muchas cosas… Además, mi cliente tiene permiso del gobernador de Puerto Rico para fumar donde le de la gana fumar, hasta donde el territorio no incorporado de la colonia así lo estime. Lo tengo aquí subrayado, en el catálogo de la buena cocina puertorriqueña, escrito en el 1968 por la Dra. Alicita Baldejuli, en la página 101.”

Y no hizo nada más el LicGonzáles haber acabado de leer la cláusula, que la Dra. Cienfuegos de Villareal comenzó a llorar y a gemir descocadamente, soplándose las narices, a la vez que decía en resoplos:

-Dra.Cienfuegos de Villareal: “Oh Gosh, Oh God, Gee, Gee, Cheeze wiz, geeeeeeeeeee!”

-Dr. Quinqué: “Licenciado, Sr.Capote, les pido, por, favor, que apague ese cigarrillo, por el bien del Gremio. Y hablando del Gremio, recuerden que esos lápices pertenecen al Gremio, así que no se los mastíquen, por favor.”

-Dra.Cienfuegos de Villareal: “No. Que no lo apague. Nosotros los artistas entendemos de’so. No se me salen las velas por el humo ni es alergia, si no es que las palabras tan bellas, tan tiernas, tan cargadas de… del Sr.Capote, cuando habló sobre la creatividad, me pusieron a, a, a… ¡LLORAR! Gee, gee, geeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!! (Jíííííííííííí, jíííííííííííííí)”

-Srta. Román: “Sí y además, el cigarrillo es el interludio de la creatividad.”

Entonces el Dr.Quinqué volvió a dirigirse a la Srta.Román.

-Dr. Quinqué : “¡Magnífico! ¡Usted dice una cosas excelente, Srta. Román! ¿Y que tal si la invito a unas empanadas de yuca, almojábanas de trigo fritas en manteca de cerdo, o a unas alcapurrias bien sancochás?”

-Srta. Román: “No sé. Tendría usted que preguntarle a mi jefe.”

-Dra. Rottela: “¡Ahí he que boy precisely! ¡Uté, Mr. Capore, tiene a esa nena castrá! Ni ella mima puede make decisions on her own little bitty chikity head! See whatta I mean?”

La Srta. Román toma una pose retadora y señalando a la Dra. Rottela, responde en tono audaz:

-Srta. Román: “Escuse me there! ¡Nadie toma desiciones por mí misma y si aquí alguien tiene la cabecita chiquitita es usted misma, por bruta y cagona!”

El Dr. Quinqué se levanta y abriendo los brazos como Moisés partiendo las aguas, dijo:

-Dr.Quinqué: “Por favor, que reine la paz y que las tinieblas de la confución no apaguen nuestro entedimiento. Un pequeño siquitraque puede ser el detonante a una gran exploción. Así que les pido, discutamos la veracidad de este señor en total calma y evitando el despelote a toda costa, please.

-Srta. Román: “¡PUES ENTONCES QUE NO DIGA QUE TENGO LA CABEZA CHIQUITITA! ¿OK?”

-Dra. Rottela: “Oh, you Porto Ricans are so, so, soNever mind! Here, Dr. Laurels, take the mike! I ‘ma through with this shhhhh…. Anyway!”

La doctora Rottela se levantó y se fue dando zancazos y sin despedirse. Al salir restralló la puerta. Entonces el turno le pasó al Dr. Pepito ‘Chopán’ Laureles.

-Dr. Laureles: “Muy bien. Sr. Capote. Aquí, en una de sus carpetas, en su ensayo de título “Flamboyanismo”, dice, y cito textualmente; “El folclor no es arte. El folclor es la manifestación prima de una nación o grupo de gente, que, con el correr de los siglos dicho arte se convirtie en el emblema nacional que identifica o identificó a tal gente.” Fíjese que usted dice dos cosas de suma relevancia para mí. Primero díce que ‘el folclor no es arte’, y luego, seguidito, díce que tal manifestación identifica o identificó a tal gente.” Perdóneme pero creo que esto es una aberración para mí. Míre que le he dado mucha, mucha, mucha, mucha, cabeza, cabeza, cabeza, cabeza, cabeza, cabe… Y por más cabeza que le doy, no encuentro por ningún lado entender este disparate. ¿Puede descifrarlo o tengo que llamar al Dr. Gogo?”

En esos momentos se oyó, por endécima o duodécima vez otros cuatro gritos despampanantes desde el fondo del sótano, que decían algo así como: “¡Corre que te cojo, te cojo te cojo!”

Pero otra vez, nadie parecía hacer caso.

-Sr. Capote: “No es ningún, disparate. Déjeme explicarle. El folclor, sea lo que sea, la manifestación o, el modo en que se, manifestó un, pueblo en sus comienzos…”

Y aquí, otra vez, la Srta.Román puso la máscara de oxígeno al Sr.Capote, que luego de inhalar cuatro o cinco veces, encendió un cigarrillo y se lo puso en los lábios al escritor.

-Sr. Capote: “… Decía, la palabra ‘folk’ proviene del alemán, ‘fulka’, que quiere decir ‘gente’ y, es relativo a, ‘gente común’, ‘pueblo’…..

-Dr. Laureles: Mirando hacia los demás, dice en tono autoritativo:

“Todos aquí sabemos eso. ¡Pero lo que más nos preocupa es que usted, en su ensayo, pone por debajo a ese mismo pueblo, es decir, su propio pueblo y eso yo, personalmente, no lo puedo aceptar JAMÁS!”

-Sr. Capote: “Sí, Entiendo. Pero usted me pidió que, especificara a qué, yo me refería, cuando decía que, el folclor, no es, arte. Para explicarle debo, mencionar primero la, diferencia de, ambos. ¿Prosigo?”

-Dr. Laureles: Mirando al enjuiciado por encima de sus lentes: “Por favor.”

-Sr.Capote: “Entonces (tosos), el folclor es algo ya, dado, aceptado como la expresión de ese pueblo, la expresión primal de esa, gente y pues, es dado por sentado y aceptado, digerido por la masa no importa la, clase social a la que, ésta pertenezca. El pequeño (tosos), burgués ya la ha internalizado y, aunque encuentra ese, folclor algo, distante, a su, propia vida, acepta identificarse con, él como algo en, específico, algo que como dije, lo identifica culturalmente o nacionalmente…

-Dr. Laureles: Interrumpiendo – “¡Pero si ese ‘alguien’, sea éste de la clase social que sea, niega, niega rotundamente aceptar, o mejor todavía, identificarse con ese folclor suyo, que le pertenece como puertorriqueño… ¿¡En dónde ubicaríamos a ese ser y en especial, si ese ser, si ese ente NO EXISTE!?”

-Sr. Capote: “Entiendo, Déjeme ir por pasos, por, (tosos), favor…”

-Srta. Román: Mirando su reloj pulsera – “Perdonen la interrupción, es hora de la pastilla.”

Aquí la Srta.Román saca de un pequeño estuche que guarda en una bolsa de bebé, una pastilla color naranja Pontomon 1000 ml. y se la administra por boca con un vacito de agua al Sr.Capote. “Gulp!”

-Dr. Laureles: “Continue por favor, que todos aquí estamos ansiosos de oirle, para luego dictar sentencia… y mandarle a… ¿fucilar?”

-Dr. Quinqué: “Sí, pero recuerden que antes de dictar sentencia tenemos que oír al Dr. McSamus, a ver qué cosas tiene que preguntar. Pueden ser muy provechosas. Puede continuar Sr. Capote.”

-Sr.Capote: “Se me olvidó por donde, iba…”

-Dr. Laureles: “¿Se le olvidó? Pues iba explicando el por qué de su EXISTENCIA. Y debo preguntarle: ¿desea la venda o no la desea?”

Mientras tanto, la Dra. Guerrera acentaba con la cabeza a la misma vez que se chupaba el dedo pulgar.

-Sr.Capote: “Pues porque mi mamá me parió…”

-Dr. Laureles: “¡NO SE TRATA DE ESO! Se trata de…”

-Srta. Román: Dirigiéndose al Dr.Laureles en forma retadora: “¡NO TIENE QUE GRITAR! ¡EL MAESTRO NO ES SORDO!”

-Dr. Laureles: Tapándose los oídos y en voz baja: “Por favor no me grite. No soporto los gritos de una mujer y menos dirigidos hacia mi excelentísima persona.”

-Sr.Capote: “Ok. Chévere. La diferencia de mi, existencia en comparación con la de ustedes, es que ustedes son una copia, un meme, de una misma melcocha original, que existe en una quintaescencia neoplatónica y, hacen su papel mediante la, mímica. En el caso mío, del arte o del artista, es que yo conscientemente, rompí el, molde del, gen repetitivo, desmembrando el memecoctel de, costumbre. Readiestré mi mímesis a, mimificarme a mí, mismo, que éso, en la teoría llamada como, ‘auto-canibalización’, se define como ‘el vivir intensamente para de ahí, llegar, a alcanzar la, unicidad de la existencia.’ Mientras el gen, conservador, integrado en cada uno de ustedes, se manifiesta mediante la, fórmula: observación + copia + mecanización = producto, el mío trata de: observación + copia + improvización = producto. Nótese que la diferencia estriba en, las palabras, ‘mecanización’ e  ‘improvización’.”

-Dr. Laureles: “Pero…¿entonces, una cosa improvizada, no se puede convertir en otra cosa mecanizada? Si el proceso es improvizar con el propósito de llegar a algo por necesidad improvizado… ¿ya ese hecho no constituye una repetición preconcebida, y por consiguiente no-improvizada?

-Sr. Capote: “Pues sí. Tiene, razón. Pero lo que falta en esa, explicación suya es algo que quizás no mencioné y eso es ‘el principio del riesgo’. La creatividad, aunque lleve un proceso, repetitivo, debe contar consigo con, una cuantas gotas, o goteras de, riesgo. La fórmula, (tosos), del artesano es precisa, mimética, hasta el punto de, imitar el, sentimiento. En el caso del artista, esto no necesariamente puede, ser, así. Se puede dar el caso de que el producto final tenga éxito, pero también, no necesariamente pueda tenerlo. El producto final también, puede, ser, un… fiasco (tosos).”

-Dr. Laureles: “¿Quiere decir que sería como jugar a la ruleta rusa?”

-Sr. Capote: “Pues… sí. Sería algo como, …éso.”

-Dr.Laureles: “Yo espero, sinceramente, yo espero que esta vez, la bala esté en su justo lugar, porque creo, y perdóneme, verdá, creo que… el producto final ha sido un fracaso.”

-Sr. Capote: “Bueno, puede ser que sí, porque el éxito lo miden otros y en un país como el nuestro, de naturaleza colonial, los genes más débiles y, los memes más irresolutos, son los que…”

-Dr. Laureles: ¿Apolla usted la revolución cubana?

-Sr. Capote: “…Bueno, como independentista debo apoyar, cualquier independencia o, causa libertadora. Lo que se me hace difícil, apollar son las, dictaduras, no importa si sean estas de  derecha o, de izquierda. Las dictaduras me parecen cosa de gente… bruta.”

-Dr. Laureles: “O sea, ¿que es usted un apóstata?”

-Dra. Cienfuegos de Villareal: “¿Y…, y, y, y las democrácias? ¿Las apolla? , Snif, snif…”

-Sr. Capote: Mirando por encima de las cabezas del Sanedrín y ajustándose la corbata. “…Siempre y cuando me apollen a, mí.”

-Dr. Quinqué; – Interrumpiendo. “Por favor, dejemos la genética a un lado. Dr.Laureles, culmine su deposición. Tiene dos minutos más porque falta el Dr. McSamus, que de paso, sería muy provechoso que hagamos el insumo y después…”

-Lic. Gonzáles: – Interrumpiendo. “Pero bueno, sería bueno que el Sr. Capote terminara con la respuesta al Dr. Laureles, para entonces pasar al próximo interrogante. Recordemos que la reunión de Facultad se pospuso para darse aquí el próximo semestre. Por tanto, tenemos suficiente tiempo, ya que se trata de probar la veracidad de mi cliente y esto es cosa seria, porque de probarse de que él no existe materialmente, seríamos todos certificados aquí, incluyéndome a mí, como locos desmadrados porque le estaríamos hablando a una silla vacía en lugar de dirigirnos al personaje aquí, físicamente presente en la tarde de hoy.

-Srta. Román: “Sí y además, recuerden que también yo existo y no soy un accesorio extra de esta silla vacía. ¿Ok?

-Dr. Quinqué: “¿Srta. Román, le gustan las chuletas cancán?”

-Srta. Román: “Gracias, pero me cae mal la grasa.”

En este mismo momento, la Dra.Cienfuegos de Villareal volvió a llorar desgarradoramente, soplándose la naríz con la misma servilleta de tela ya humedecida por los velones de la gripe, de la alergia o de la pena.

-Dr. Quinqué: “¿Gromelita, por qué sigues llorando? ¿Te molesta el humo, las emiciones de monóxido de carbono, las ratas en el zinc, las colillas del suelo, la murcielaguina, los olores a pintura, los duendes invasores, las serpientes anacóndicas, se te perdieron las llaves del carro, no terminastes el plan para la próxima clase, nio encuentras los shoppers de Walgreens, el río de Loiza, las nieves del Kalamazú, los polvos del Sahara, la muerte de la poetisa, Martí y sus ocurrencias, las pasas de la Dra. Ruletta de Rottela?”

-Dra.Cienfuegos de Villareal: “¡Gíííííí, gííííííí! No, nada de’so. Es que me da tanta, tanta, tanta pena en cómo ustedes están calibrando, midiendo, apabullando, tratando de machacar a este señor…¡Si se ve, ahí sentadito como un personaje real!”

-Lic. Gonzáles: “Sí y máxime cuando se trata de un hombre de 86 años, enfermo, paralítico a medias, con eficema pulmonar, un riñón colapsado, los hígados destruidos, en fin… Y sobretodo, dotado de un talento impar. ¡Y para que todo esto acabe, por favor, vengan y pálpenlo, tóquenlo, huélanlo, mírenlo, oiganlo, para que no duden más de su veracidad! No existe mayor regalo que la presencia.”

-Dra. Guerrera:  Sacándose el pulgar de la boca: “¿Olerlo? A mí me causa náuceas.”

-Dr. Laureles: “A mí me causa repugnancia.”

-Dr. Quinqué: “A mí me causa duda…”

-Lic. Gonzáles: “Por favor, imaginense que se trate de un gringo…”

En este momento la enfermera/secretaria del Sr. Capote substrae una jeringuilla de su bolsa y se la administra al paciente por un físcula escondida bajo la manga izquierda de su chaqueta. Y luego de varios suspiros profundos, donde al parecer le volvió el color a sus mejillas, el Sr. Capote dijo que estaba presto a comenzar a leer sus ensayos y poesías, añadiendo:

-Sr. Capote: Dirigiéndose a la Srta. Román y al Lic. Gonzáles: “Gracias a ambos por, preocuparse en mí, pero más me preocupa el que estos seres, es decir, ustedes, miembros y miembras del, Sanedrín Gremial, me acepten y reconozcan como, uno de su, clan. Porque al fin (tosos), el artista no, sería artista, sin el, reconocimiento, de, sus, pares…”

-Dra. Cienfuegos de Villareal: “¡Gííííííí, gíííííííí! ¿Ven lo que les digo? ¡Si esto sigue así, me retiro como se retiró Ruletta! ¡Este hombre…, sí existe! Estoy segura, segurísima, que aunque lo cremen volvería a aparecer en carne y hueso.”

-Dr. Laureles: “Bueno, terminemos con esto, que no aguanto ver a una mujer llorar. Soy demasiado, muy, desmedidamente macho. Lo siento. ¿Señor Capote, para finalmente llegar a una conclución sobre su veracidad, podría usted leernos algo de sus CREACIONES para conmovernos el corazón tal y como YO lo hice hace semanas atrás, cuando le canté al público, en el Amfiteatro de Gediatría y Cenilidad, la canción del afamado autor puertorriqueño Humbertito ‘Tito’ Trinitaria, ‘Tu dolor es tuyo’?”

-Sr.Capote: “Sí, con mucho, gusto (tosos).”

Desde varias de las treinta cajas que el escritor trajo como prueba, el Lic.Gonzáles y su ayudante sacaron varias carpetas. La Srta. Román volvía a administrarle la máscara al paciente: Juishshshshshshsh, juashshshshsh, juishshshshsh, juashshshsh, para luego encenderle un cuarto o quinto cigarrillo Weston. El escritor tomaba los papeles nerviosamente y mucho se le caían de su regazo hacia el suelo, cosa que la Srta. Román se vió obligada a doblarse para recogerlos cuando ambos, el Dr. Quinqué y el Dr. Laureles, se inclinaron hacia al frente para observarla por detrás de la falda. El escritor comenzó a leer luego que la Srta. Román le colocara unos espejuelillos casi invisibles. De sus escritos leyó lo siguiente, según pude anotar:

-La Bámbola

-Sobre cómo me oriné en el confecionario

-Los acertijos del Dr. Jali Rocket

-Hombre Perro

-Cómo cuidar de su hombre

-Las mágias del Englobado

-Cuarenta Padre Nuestros y Ochenta Ave Marías

-La obra pictórica de Gamelín Chapuza

-La larga historia del Happening en Puerto Rico

-Los Legisladores también lloran

-La muerte del Capitalismo

-De cómo el ELA culminó en el fangal

-¿Nuestras instituciones culturales?

Al culminar el último ensayo, notamos que todos en el estrado, el Dr. Quinqué, la Dra. Cienfuegos de Villareal, la Dra. Guerrera y el Dr.Laureles se encontraban dormidos, cada uno encima de sus carpetas. El Dr. Quinqué roncaba como muerto, la Dra. Cienfuegos de Villareal sumía su rostro en la servilleta de tela enchumbada, de la Dra. Guerrero se oía un “Z, Z, Z, Z,…” y del Dr. Laureles se oían unos diminutos balbuceos como si estuviese hablando en sueños.

Ya era tarde y los asistentes decidieron desalojar el museo luego de recoger las últimas notas que el escritor había tirado en el suelo mientras iba leyéndolas. El Lic. Gonzáles, el ayudante con la dolly y las treinta cajas de pruebas, la Srta.Román con el bulto de bebé y el Sr.Capote, con todo, silla y tanque de oxígeno, se marcharon silenciosamente.

Al llegar al estacionamiento donde estaba la guagua van, desmontaron al escritor de la silla. La Srta. Román le destornilló la cabeza y la introdujo en una caja de peluche, el sombrero en otra. El licendiado Gonzáles le desarmó el cuerpo colocando las prótesis dentro de otras cajas. Pieza por pieza, brazos, piernas, zapatos, gabán, tanque de oxígeno, máscara de oxígeno, guantes, aparatos, hasta que finalmente doblaron la silla de ruedas y todo fue guardado con sumo cuidado en la parte posterior del vehículo. La Srta. Román se dirigió al licenciado y mirándolo con cierto asombro, dijo:

-Srta. Román: “¿Licenciado, dónde aprendió usted el arte del ventriluoquismo?”

-Lic. Gonzáles: “En la Escuela de Derecho Eugenio María de Hostos. ¿Y usted, dónde aprendió a escribir esos cuentos?”

-Srta. Román: “Tomé unos cursos cortos en el Centro de Estudios Avanzados, Puertorriqueños y del Caribe, en San Juan.”

Mientras la guagua marchaba despacito por la avenida las Palmas, las nubes de la noche razgaban las lancetas del Museo de las Américas del Recinto Yagüecano del Sur.

Adentro en la sala, todavía incipientemente fría y gris, quedaban los sanedrines profundamente dormidos, cuando por la puerta de la esquina entró el Dr. Ulolo ‘Gogo’ McSamus, que subiéndose la bragueta y sudando copiosamente, exclamó:

“¿Se acabaron los piscolábis?”

Por Thurdmon Capote

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