La obra de Myritza Castillo propone la fotografía y el vídeo como un juego visual ilusorio. Un juego que utiliza íconos reconocidos para que cada espectador interactúe con ellos y haga historias particulares. Myritza posiciona en sus fotografías personajes que ejemplifican o finjen momentos que nadie ha vivido, posan en escenarios arreglados y manipulados y juegan a la vida real. Como dice el ensayo que acompaña a la muestra: “con la reproducción de pensamientos más que de acontecimientos o empleando la escenificación en lugar de la documentación, la serie de imágenes que aquí se presenta tuerce algunas arraigadas expectativas clásicamente asociadas con el medio fotográfico”.